María Julia:
...Y yo como una estúpida… Dada vuelta, casi drogada… con unas copas de más… Hablé con Augusto, mi reciente ex marido, y me agarró una tristeza que se me cerró el pecho. Frené la camioneta, paré en un bar y me pedí un whisky… y dos… y tres… al rato ya era otra… no podía mover mi lengua para decir otro whisky, ni otra copa… sola… ahí… me sentía tan sola.
Toma un pañuelo que saca de su manga y se seca el bozo.
Todavía me acuerdo patente esa conversación por teléfono celular. Él, al otro lado del móvil diciéndome cosas horrendas… que no me quería… que nunca me quiso, que se arrepentía de ser el padre de mis hijos… Después me dijo que él me había dado todo… Y yo ahí no me pude callar y le respondí: "¡Claro, me diste todo! ¿Una casa con pileta?, ¿un par de hijos?, ¿unos viajes inmundos a Disney?, ¿una luna de miel en el caribe?… ¿eso es todo lo que me diste?... Yo ya tengo cincuenta años… y eso, no es todo Augusto".
Mira sus uñas recién pintadas.
Ahí mismo le corté el teléfono. Me sentí tan sola...
Silencio.
Después de tomar esas copas en el bar, y de tratar de borrar inútilmente esa conversación horrenda con el padre de mis hijos, me subo a la camioneta y me repetí varias veces: “María Julia, vos ahora no podés caminar, ni manejar, ni nada”… Pero algo me llevó a hacerlo, llamalo impulso suicida, llamalo impulso por no volver a ver a un ex marido…
La cosa es que me subí a mi 4x4, me saqué los zapatos, me puse música linda y arranqué… En el viaje a casa veía todo nublado, veía ratas en vez de autos… Finalmente llegué al portón de mi casa… Le grité al casero para que me abra el portón. Ahí mismo vuelve a sonar mi celular, ¿es él? ¿Me pedirá disculpas? Tarde - pensé... Pero no, no era él, sino el fruto de nuestro amor, Ignacio, mi hijo Mayor. El nene lloraba como un tonto, me decía que se había peleado con novia nueva… Le dije que estaba sin señal, le corté… El portón ya estaba abierto… Me sentí una mala madre y lo volví a llamar… Pobrecito, en definitiva, lloraba igual que yo… Que injusto es todo… intenté consolarlo… Puse el pie en el acelerador mientras hablaba con él… tenía una angustia en el pecho, una angustia que me subía por la garganta para hacerse un grito… Grité cuando la camioneta había volcado.
María Julia * El día del accidente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario