Mónica:
Cada día desconozco más a mamá, está violenta, mala, complicada. Tiene 84 años y se volvió una zorra. Recuerdo una tarde hace unos meses, le pedí a mi hija, Solcito, que vaya a visitar a su abuela… Cuando la nena llega a su casa, mi mamá le pega una cachetada y le dice que llegó 5 minutos tarde… Mi hija es una adolescente, no se merece una cachetada así porque sí.
Mi madre fue oficial de la Policía Federal Argentina y yo estoy orgullosa porque ella se convirtió en una de las primeras mujeres canas de éste país.
Cuando era chica estaba orgullosa, feliz de tener una madre con revólver. Yo le contaba a todo el mundo la profesión de mamá, la gente me tenía miedo. Una vez, una ex amiga me cagó un novio y yo la amenacé de cárcel. Cuando llegué a casa le pedí a mamá que le mande un patrullero, y la vieja que siempre fue gamba para todo, le mandó un móvil de la Federal con dos oficiales uniformados. Le tocaron el timbre y le pidieron documentos, la miraron fijo a los ojos y la dejaron temblando. Esa conchuda no me jodió más.
Si tengo que elegir el recuerdo más lindo de todos fue en mi fiesta de 15 años, le pedí a mamá llegar al salón en un patrullero. Fue hermoso, tengo fotos de todo: de los invitados boquiabiertos, de mamá emocionada, de yo saliendo del patrullero vestida de blanco con la placa de efectivo oficial, de papá con globos en la mano.
Hablo de éstos recuerdos y me emociono.
Igual, yo nunca quise ser policía.
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